II.-

II.-

El primer corte, el más profundo, es de aquella noche en que fui humillado frente a una multitud desconocida, algo me decía que iba a ser flagelado de esa manera. La herida en la garganta la recibí en plena oscuridad oculto abajo de las mesas, nadie me vio ni nadie me buscaba pero fui el único que salió lastimado. La cicatriz que ves en mi espalda la llevo desde aquella vez que después de un mes de haber divagado, de caminar confiado, distraído como iba me acuchillaron por atrás, y entonces desesperé. Así fue como perdí las manos apostando todo lo que en ese entonces me quedaba. Caí en la cuenta de que había dejado gran parte de mi vida en cuidarlo, me aferré y no quise dejarlo ir, por eso me las tuvieron que extirpar. Finalmente me arrancaron la cabeza. Llevaba nada más que un overol. Lo que vi por última vez fue el cariño que daba una chica vestida de negro. El alarido que solté fue escuchado por todo el bosque esa madrugada de San Fermín.